TDAH, UN TRASTORNO EN LA EDUCACIÓN.

Los trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) vienen definidos por la presencia de tres síntomas fundamentales: 1. Disminución de la atención. 2. Impulsividad. 3. Hiperactividad. En realidad es mucho más que un trastorno. Es un síndrome de dimensiones enormes, que alcanza una gran cantidad de facetas y se debería denominar “Síndrome de Déficit de Atención e Hiperactividad (SDAHA) con mucha más propiedad que TDAH. En los últimos años van cobrando importancia creciente una serie de trastornos comórbidos, expuestos más adelante, cuya presencia o no, desempeña un papel mucho más decisivo sobre el tratamiento y consecuencias pronósticas para los individuos que los tres signos fundamentales. Aunque el cuadro se conoce desde siempre a lo largo de la historia de la humanidad, las bases científicas del conocimiento de sus peculiaridades clínicas se establecieron a principios del siglo XX. Antes de llegar a la denominación actual de “síndrome de déficit de atención e hiperactividad”, casi unánimemente aceptado, recibió diversos nombres científicos tales como “daño cerebral mínimo” y “disfunción cerebral mínima”. No obstante a nivel del lenguaje de la calle, las personas que padecían el cuadro eran conocidos como, “veletas”, “cabezas ligeras” , “ovejas descarriadas”, ”cabezas locas” y denominaciones similares.

Diagnóstica

En muchos casos puede diagnosticarse el síndrome en menos de dos minutos, solamente con dejar al niño que se mueva “a sus anchas” por el recinto de la consulta y a veces incluso antes, ya que la enfermera nos anuncia la inminente entrada de un niño con este cuadro por la forma en que se ha comportado en la sala de espera. Ello ocurre fundamentalmente en los hiperactivos. Cuando existe predominio de déficit de atención, el trastorno vendrá referido por la historia clínica y por el “oficio” del médico para detectarlo. Sin embargo, la Asociación Americana de Psiquiatría (1994) establecía unos criterios diagnósticos. Los criterios establecidos en Europa son más exigentes y, por ello, las cifras de prevalencia del TDAH son mucho más bajas en Europa que en cualquier otra parte del mundo.

ENCEFALOPATÍA PROGRESIVA

El pronóstico de las personas con este síndrome viene determinada por un alto número de factores, unos intrínsecos, que radican en las propias condiciones constitucionales del individuo y otros extrínsecos, provenientes de las condiciones ambientales en las que se desarrollan y se piensa que deben madurar.

Tratamiento

 El tratamiento de los niños y jóvenes con TDAH conlleva una información adecuada a los padres de lo que es este síndrome, intentando tranquilizar, relajar y motivar al niño.

Factores favorables para la evolución:

1. Trastorno poco severo.

2. Buen nivel intelectual.

3. Familia de clase media y bien avenida.

4. Colegio en el que sepan y/o puedan acoplarlo.

5. Toda la paciencia del mundo con ellos.

6. Buen entendimiento de padres y profesores.

7. No darles ni exigirles más de lo razonable.

8. Evitarles ( o retirarles de) compañías poco recomendables.

9. No fumar, no alcohol, no drogas.

10. Conseguir que aprendan a escuchar.

11. Adecuado encauzamiento profesional.

12. Conseguir que aprendan a convivir con los demás “de igual a igual”.

13. Buena elección de pareja.

14. Hacerles conocer que existe un nivel de competencia para cada uno (todos incluidos) y no sobrepasarlo

Tratamiento farmacológico: 

Desde el punto de vista farmacológico hay que saber que las sustancias estimulantes suelen calmar a estos sujetos y las tranquilizantes los ponen más nerviosos. No hay inconveniente, por tanto, en recomendar bebidas de cola con cafeína o bien café, además de los fármacos estimulantes principalmente metilfenidato de liberación rápida o de liberación lenta, anfetaminas de liberación rápida y de liberación lenta (no disponibles en España) y atomoxetina (de aparición reciente en el mercado farmacológico español). También resultan muy eficaces las sustancias anti-obsesivas, tipo risperidona. Todas estas sustancias pueden tener su utilidad y todas pueden presentar algún efecto colateral y desencadenar exacerbación en patología casi siempre ya existente (hepatopatía y glaucoma por parte de la atomoxetina, crisis epilépticas, tics y glaucoma en el caso del metilfenidato). Por ello, conviene comenzar siempre por dosis pequeñas para comprobar tolerancia, incrementándola poco a poco hasta la que se da como óptima terapéuticamente.

 Heider Emanuel Sánchez Acosta

 heidere100@hotmail.com

 Alumno de Maestría en Desarrollo Pedagógico

 Universidad de Oriente Campus Cancún

 

 

 

 

Bibliografía

(Pascual-Castroviejo) Protocolos Diagnóstico Terapeúticos de la AEP: Neurología Pediátrica

Recuperado de: https://www.aeped.es/sites/default/files/documentos/20-tdah.pdf

Recuperado de: https://www.sepeap.org/wp-content/uploads/2014/02/Ps_inf_trastorno_deficit_atencion_hiperactividad_tdah.pdf

Recuperado de: https://www.aepap.org/sites/default/files/pags._29-36_actualizacion_en_el_manejo_del_tdah.pdf

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