Quién como Emilio...
Emilio, una historia de cómo el infortunio puede forjar a un buen hombre. Siendo no más que un infante, Emilio se encuentra huérfano y a su suerte inmerso en los enormes parajes del saber; y de la naturaleza. Encuentra antes de los cinco años el poder de su cuerpo y en él la mejor arma que le fue entregada para sobrevivir a la vida feral, su cuerpo hasta ese momento fue formado y esculpido perfectamente y no fue abatido por ninguna enfermedad mortal de la época, mucho menos por un mal congénito que lo volviera lento y discapacitado y por tanto, un ejemplar de lo que entonces era “una maldición” para el hombre. De haber vivido en nuestra época, quizá Emilio hubiera sido entregado a la delincuencia organizada, o a un pésimo sistema de adopción, o incluso habría sido expuesto a ser adoptado por algún enfermo que lo habría maltratado, usted lector sabe, las cosas que le pasan a un niño inocente en nuestros días cuando se le deja huérfano a manos de una sociedad mal organizada y enferma como diría Rousseau. Que afortunado Emilio de no existir en nuestros tiempos.
A la edad de 5 años, Emilio vive en el campo, tiene la dicha de poseer las herramientas necesarias para nutrir su cuerpo, y decide usarlas para encontrar en ellas sustento y el aprendizaje sobre cómo es ser un hombre. Durante 5 años Emilio comienza a usar su juicio y buen sentido común basándose siempre en las experiencias que ha vivido y se habitúa a educar sus sentidos por sí mismo. A pesar de no saber leer o escribir él logra aprender lo que cualquier niño de su edad necesita, no más, no menos. Si esta historia suya se tratase de la actualidad, nos cuestionaríamos que clase de abusivo le niega a su hijo la oportunidad de vivir en el campo y aprender de la vida y de lo que realmente importa; o cual es el motivo de esa familia para dejar que su hijo ande por la vida como una criatura feral e impulsiva. De ser esta la vida de Emilio, ese niño jamás encajaría en ningún grupo social. ¿Se imaginan que clase de cosas habrá hecho y dicho sin saber si era bueno o malo? ¿Si estaba lastimando a otros? ¿Y si se hacía daño el mismo al no conocer ningún límite más que los propiamente adquiridos? Por fortuna EL no lo vivió, porque en aquel entonces el no habría tenido que preocuparse por si su familia tenía un techo adecuado donde vivir, o un entorno amigable y propicio para desarrollarse, vaya, en aquel entonces no había todo lo que hoy le hace daño a nuestra sociedad, como la pobreza extrema, o la desigualdad o la indiferencia hacia las minorías. El sí tuvo un campo, hoy en día difícilmente tenemos espacio.
Emilio se convirtió en un sagaz observador y en una mente incontrolable y hambrienta por conocerlo todo y aprenderlo todo, a pesar de que pareciese ignorante el poseía todas las capacidades para extraer sus propias conclusiones y una natural viveza. Cuando se es así, no se necesitan los libros. Uno solo necesita de sus dos manos, de sus sentidos, y de un poco de instrucción para que por sí mismos mágicamente logremos dominar las artes de la lectura y la escritura. Cuando uno posee ambas puede incluso dominar el mundo. Nuestros niños del presente difícilmente se interesan en otra cosa que no tenga una pantalla y satisfacción inmediata; hoy en día podemos agradecer a nuestros métodos tradicionales de la educación negativa que nuestros hijos mínimo saben leer y escribir, incluso si solo han agarrado los libros de texto gratuito de la SEP en horario de clase y no más. Ojalá estos muchachos de hoy hubieran desarrollado todos sus sentidos y capacidades antes de aprender a leer, segurito que serían eminencias académicas de haberlo hecho.
Por si fuera poco, Emilio aprende que puede trabajar la madera como el mismo Jesucristo, el oficio se le da y tiene todo por delante para desarrollarse en tan bien remunerada profesión de la época. Que días aquellos cuando uno podía vivir cómodamente de su trabajo de ebanista, son añorables. Aún recuerdo como si fuera ayer que la globalización y el capitalismo desmedido no nos azotaban, y la competencia para ofrecer bienes y servicios era justa y sana.
Emilio también viaja, antes de los 25 años Emilio ha viajado y ha aprendido en sus viajes la relación y conexión que él tiene con el todo. Su moral y pensamiento religioso han sido forjados con toda la pureza de su corazón, muchacho tan noble, tan lleno de conocimientos y experiencias. Lo menos que este ejemplar de hombre se merece es una buena mujer, una que esté devota a la religión y a su casa, a hacer de su familia y del hombre con quien se case alguien honorable y admirable. ¿Quién mejor que Sofia?
Sofia ha sido una dama creada justo para él, una chica hermosa y pura por dentro y por fuera; es como si el mismísimo creador la hubiera hecho especialmente para satisfacerlo a él en sus deseos y completarlo con ese último accesorio que definirá su hombría y su lugar en esta sociedad. Sofia lograra que Emilio complete su ciclo de vida y aprendizaje de la mejor forma posible, de la forma en que nuestro Creador y nuestra sociedad dicen que es correcto, de la forma en que una mujercita tiene que hacerlo, porque ese es su único objetivo por cumplir en la vida, ser la costilla de Emilio. Lo que más afortunado hace a Emilio es haber nacido siendo el y no haber nacido siendo Sofia.
Es difícil imaginar que en la actualidad una mujer nace y le es entregada esa vida, una vida en la que el único objetivo por cumplir es ese de ser madre y de ser una buena esposa dedicada a la religión y al hogar; dije que era difícil de imaginar, pero no es imposible. En pleno 2018 vemos culturas y sociedades donde la mujer no es más que un objeto más para satisfacción del hombre, donde no se les permite ser consideradas seres humanos, y sin exagerar, aun se les considera ciudadanos de 2da clase que no tienen los mismos derechos ni capacidades que los hombres. Mi pesar más grande es por Sofia en esta crítica, nadie nunca se detuvo a preguntarle si ella quería dedicarse a otra cosa, quizás aprender a leer y conocer el mundo, o educarse en las ciencias, las letras, o incluso dejarla intentar demostrar que ella también sabia trabajar la madera, incluso mejor que Emilio. Sofia tuvo la desdicha de no existir en nuestros tiempos, de haberlo hecho, se le hubiera descrito como un personaje paralelo a la historia de Emilio, habría tenido su propio libro, donde el sujeto de análisis hubiese sido ella y su desarrollo, sus derechos, sus capacidades, y sus logros.
Quien fuera como Emilio, que vida tan perfectamente trazada y diseñada.
Es casi imposible dejarle a la teoría de Rousseau un lugar en la educación de hoy en día, si lo hiciéramos, bajo el contexto en el que vivimos, sería como lanzar a la humanidad hacia su destrucción una generación a la vez. Evidentemente, no tiene cabida en la actualidad y es anticuada para lo que hoy en día nos aqueja. Se necesita de una versión moderna de Emilio y una aparte de Sofia.